El arte que transforma vidas

JARDIN.png

Escrito por: Gabriela Colmenero


Se dice que educar es una de las profesiones imposibles, sin embargo, la educación con arte nos hace creer, crear, sentir y pensar que se abren posibilidades infinitas.

En clase tomamos al arte como una herramienta de transformación intelectual, emocional y social. Se invita al estudiante a reflexionar desde su singularidad, creando un espacio de respeto en la diversidad que le rodea. Cada estudiante tiene la libertad de crear, voltea a ver su historia y toma de los recursos plásticos para mostrar su visión del mundo a través de un texto, dibujo, pintura, fotografía, modelado o dialogo que será compartido con los otros.

Esto es posible, porque la escuela sabe que el arte es parte importante para el desarrollo de los seres humanos, así cada disciplina artística que se imparte dentro de la institución es valorada y vista como una pieza clave, un engranaje para el desarrollo integral de los estudiantes.

Algunas de las grandes bondades que nos permite practicar el arte es contemplar, observar, pensar, reflexionar, analizar, jugar, imaginar, crear, hacer y deshacer para volver a crear o en ocasiones   volver a los errores aciertos. 

Como podemos observar en el tiempo que nos acontece, hemos podido conocer a través del arte espacios y tiempos plasmados por diferentes artistas, quienes muestran su postura ante lo que les rodea; haciendo posible que nos reconozcamos en lo íntimo y lo ajeno. El artista ha puesto al descubierto su perspectiva del mundo a través de sus obras, así el estudiante toma el lugar del artista, con su historia plasma sus ideas, sus emociones, su forma singular de ver la vida y es visto y escuchado en colectivo.

Cada estudiante-artista con los matices que le da vida, entre el placer y el dolor inventa, sueña, se transforma, se rebela y contesta para crear algo. 

Tal vez, es tiempo de inspirarnos del arte para hacer de nuestra vida una obra de arte.

Anterior
Anterior

“Three things for your journey forward”

Siguiente
Siguiente

TIEMPOS EXTRAÑOS...