Sobre el pacto de la Independencia
Escrito por José Antonio Pérez Cruz
Pues como decía mi bisabuela (qepd), quien a fuerza de sentarme todos los domingos a escuchar la entrañable y emocionante radionovela “La Casa Roja” hacía propia la sabiduría popular, vulgata de hombres y mujeres de a pie: todo lo que empieza debe terminar.
Y de este modo, después de casi 11 años de arduas luchas y batallas, se firmó el acta de independencia del Imperio Mexicano. Y es que precisamente el gran logro de Vicente Guerrero (un Insurgente) y Agustín de Iturbide (un Realista) fue la realización de una independencia con base en la negociación; un pacto político.
Nuevamente recordando a la añorada bisabuela Natalia (o Nata como solíamos decirle), tanto insurgentes como realistas “estaban bien parejos”. Ya en 1821 la guerra estaba en punto muerto y, a decir de los registros de la época, en muchas regiones del entonces Virreinato la rebelión estaba prácticamente controlada.
De ahí lo relevante de que, tras el Plan de Iguala, los Tratados de Córdova y la llamada Conspiración de la Profesa, una gran parte de la privilegiada elite virreinal firmara el acta mencionada.
Y en este contexto vale la pena retomar el término “Imperio”… ¿Porqué Imperio?Es que quizá en el imaginario de algunos de los firmantes más conservadores se abría la posibilidad de que la Corona Española reconociera al gobierno naciente si se ofrecía el trono a un miembro de la ibérica realeza. Por otro lado, también hay que considerar que la gran mayoría de los firmantes no eran propiamente liberales, es más, consideraban a la religión católica como un elemento fundamental en el alma nacional. Y es que en esa época la única referencia democrática del continente era la de los nacientes Estados Unidos de América ( “ah pa´ejemplito” hubiera dicho Nata). De ahí lo importante de juzgar al pasado con ojos del pasado.
Pero en fin, creo que una lección bastante rescatable de este evento es que muchas veces se consigue más por vía de la visión compartida y la negociación que por la de la violencia… Y si, es cierto que la Independencia no resolvió las grandes injusticias y aún doscientos años después, es una asignatura pendiente. Me atrevo a decir que es Nuestra asignatura pendiente… Construyamos con nuestros jóvenes una cultura de la colaboración, de la inclusión, de un futuro deseado a partir de un esmerado presente.