Ser alumno, ser maestro

Escrito por: Ingrid A. Cortés

Mucho se habla de la labor del maestro dentro de la escuela, pero en el Liceo Ibérico Americano es inevitable hablar de la labor del alumno. Los fundamentos de esta escuela consisten en la Escuela Activa, es decir, la escuela orienta sus prácticas priorizando la actividad del alumno en el aprendizaje. Sin embargo, ¿qué significa esto en la vida cotidiana de la escuela?

Lo que a diario se puede ver en el Liceo Ibérico Americano es un espacio en el que los estudiantes tienen voz y si bien esto podría parecer simple, esconde algo mucho más complejo. Dar voz a cualquier ser humano es darle la posibilidad de ser agente social, esto es dar la posibilidad de que el alumno sea un factor de cambio, un individuo que sea capaz de decidir, cuestionar críticamente las estructuras y que sea capaz de actuar. Aún más profundo, dar voz a un individuo es la posibilidad de que pueda narrar lo sucedido, pero especialmente que pueda narrar, respecto a sí mismo, lo que hizo, lo que hace y lo que hará. Esto tiene una fuerte relación con muchos ámbitos: por un lado, se fortalece la identidad del individuo, es decir, ayuda a encontrarse a sí mismo, develando sus deseos, sus intenciones y hasta el sentido de su actuar; por otro lado, llega a impactar incluso en la comunidad, pues se camina hacia la autonomía y se reconoce al alumno como un proyecto que se diseña a sí mismo. 

En la vida cotidiana de la escuela es común ver a los alumnos expresando lo que desean hacer, constantemente se toman en cuenta sus ideas, sus propuestas y sus necesidades. Esto da un giro interesante a la labor del maestro, pero uno mucho más especial a la labor del estudiante. De este modo, los alumnos se vuelven, por instantes, los maestros que conducen o llevan a cabo actividades que impactan a toda la comunidad escolar. La gran lección que nos llevamos todos, incluso los que jugamos el rol de maestros, es la forma de conocernos a nosotros mismos en nuevas circunstancias. En cada alumno se encuentra una forma de mostrar a sí mismo y a los demás que hay otros mundos posibles. El aula con los alumnos son esas ventanas a otros mundos que los requieren a ellos como agentes, es decir, como estudiantes con voz y capaces de actuar. 

En lo personal, agradezco a cada uno de los alumnos que me ha compartido la posibilidad de mirar y vivir por instantes otros mundos posibles. Mientras que a la comunidad la exhorto a escuchar atentamente las voces de cada individuo, pues en ellas se esconde la posibilidad de encontrar nuevos caminos. 

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